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sábado, 8 de junio de 2013

A MEDIA NOCHE ME LLEVARÉ TU ALMA. Una macabra fantasía brasileira.


A MEDIANOCHE ME LLEVARÉ TU ALMA (T. del A.)
Conocida en EE. UU. Como Coffin Joe,
pero que en su natal Brasil se llamó À Meia-Noite Levarei Sua Alma

José Mojica Marins, 1964

Durante muchos años estuve cazando esta película pues es una especie de reliquia para los fobocinéfilos. Finalmente pude dar con ella y verla, y debo admitir que pasé un gran rato; no sólo por el hecho de que ahora era un iniciado en el extravagante mundo de Mojica Marins, sino porque la película es en verdad disfrutable. Es una de esas cintas que hacen mucho con muy poco.
    En un pequeño y religioso pueblo de Brasil, Zé Do Caixao (que según mis vastos conocimientos de Portuñol significa “José del Ataúd”) es un sepulturero sádico y cruel obsesionado por continuar su estirpe. Lenita (Valeria Vasquez), la esposa de Zé (interpretado por el propio Mojica Marins), no puede tener hijos por lo que se gana su desprecio y odio. Así, Zé Do Caixao emprenderá una perversa y sanguinaria búsqueda por la mujer perfecta, aquélla que pueda engendrar al hijo perfecto, y nada ni nadie se interpondrá entre él y su objetivo.

    Zé es un villano melodramático por méritos propios. Es cruel, despiadado, violento, irascible, perverso, infiel, lascivo y, por si todo eso fuera poco, es ateo y blasfemo, y parece ser la única persona en 1964 que se viste como si viviera en 1894. Muchos críticos han teorizado sobre si Zé Do Caixao es algún desdoblamiento de Mojica Marins o alguna sublimación de su inconsciente o alguna jalada freudiana por el estilo. Es posible. Sin embargo, la inspiración del personaje es lo de menos cuando uno ve los resultados en pantalla.
    De todos sus vicios e inmoralidades, la que más envilece a Zé es la de ser ateo y blasfemo. No sólo vive haciendo el mal a quien puede, sino que se regocija en burlarse de Dios y de Satanás por igual. Finalmente, será este cinismo suyo el que, fatal y moralinamente, lo llevará a su perdición. En cierto modo, entendí esta película un poco como la versión para autocinemas de de Don Juan Tenorio (incluso hay una escena súper parecida a cuando Don Juan invoca al convidado de piedra).
    Los crímenes de Zé son tan espantosos que, siguiendo la tradición del Grand Guignol, durante el prólogo de la cinta una bruja con un cráneo de papel maché entre las manos nos advierte que lo que estamos a punto de presenciar es una película horrorosa. Nos invita incluso a abandonar la sala de cine en vez de hacernos los valientes… y justo cuando alguien podría quizá tomarle la palabra, la bruja sentencia al público diciéndole que es demasiado tarde.

    Y es que esta película, estrenada apenas un año después que la legendaria Blood Feast (Lewis, 1963), sí es una de las pioneras de lo que posteriormente se convertiría en el cine gore; sólo qué, claro está, su difusión fue mucho menor. Algunas escenas sí son bastante violentas y sangrientas para lo que se usaba en la época, y una o dos de las secuencias que muestran las fechorías de Zé llegan a ser impactantes. Quizá esto se deba a la ayuda de la fotografía a blanco y negro.
    Zé Do Caixao, como ya ha podido inferirse de todo lo escrito arriba, no es cualquier sepulturero… Quiero decir, para empezar no es sólo un sepulturero, pues él mismo se encarga de construir los ataúdes en los que mete a sus víctimas; sino que además tiene mucho dinero e inspira terror en los habitantes del pueblo, quienes parecen vivir únicamente para sufrir sus abusos. De hecho, tal cual hay personajes que prácticamente se convierten en utilería, dispuesta a ser utilizada por Zé para mostrarnos los alcances de su maldad.

    Esta cosificación de personajes secundarios e incidentales nos lleva al que probablemente sea el elemento clave del film: su ambigüedad. El tono de algunas de las escenas de la película es tan exagerado y las situaciones tan inverosímiles que uno llega a preguntarse si quienes hicieron la peli se la estaban tomando en serio. Es un tanto parecido a lo que sucedía aquí en México con las películas del Santo; su factura era tan pobre que en Francia las consideraban cine surrealista, mientras que en nuestro país eran consideradas (en su tiempo, aclaro) de lo más pobre de la producción nacional de cine comercial. Estando completamente fuera del contexto en el que Mojica Marins filmó sus películas, me es prácticamente imposible saber con qué intención se produjo esta cinta.
    Sea como fuere, la verdad es que el paso del tiempo se ha encargado de darle su lugar a A medianoche me llevaré tu alma como todo un clásico de culto para los seguidores del cine de horror, un referente obligado para los interesados en el subgénero gore y un infaltable en las videotecas de los coleccionistas de cine raro.

    El éxito del personaje fue tal que en los últimos cincuenta años ha aparecido en una quincena de películas; aunque sí cabe señalar que la historia planteada en esta primera cinta sólo dio para una trilogía que se continuó con Esta noche poseeré tu cadáver (1967) y La encarnación del demonio (2008, secuela tardía que finalmente terminó con la trilogía). Irónicamente, al igual que pasa aquí en México con las producciones nacionales, las películas de Mojica Marins son más fáciles de conseguir fuera de Brasil. De  tal suerte, la edición sobre la que por fin pude poner mis manos es británica. Según parece, nadie es profeta en su tierra.

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