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sábado, 15 de diciembre de 2012

EL ARTISTA


EL ARTISTA
The Artist

Michel Hazanavicius, 2011

Hay pocas películas que uno pueda considerar literalmente imperdibles, ésta es una de ellas. Cualquier persona que tenga interés en el cine o que lo crea un vehículo capaz de  transmitir emociones o sentimientos, o cualquier persona que crea que el cine es un arte, necesita ver esta cinta.
    Situada en la época de transición entre el cine silente y el hablado, esta película presenta la historia de George Valentin (Jean Dujardin), un exitoso actor de películas mudas en la cumbre de su carrera. De la noche a la mañana, la carrera de Valentin se encuentra en decadencia gracias a la aparición del cine sonoro, representado por la joven estrella en ascenso, la otrora fan de Valentin, Peppy Miller (Bérénice Brejo). Valentin se resiste a la transición, lo cual lo encaminará en una debacle artística y personal que lo llevará a enfrentarse, finalmente, consigo mismo.

    En este filme encontré un ejercicio de metacine poderoso, sensible y conmovedor que logró sacarme varias sonrisas genuinas y, honestamente, varias lágrimas de idéntica calidad. Este trabajo busca recuperar la inocencia que tuvo el cine en tiempos más honestos y más sencillos, y lo logra prescindiendo precisamente de un elemento de la narrativa cinematográfica que en nuestros días se da por sentado: el diálogo hablado.
    A este respecto, uno puede apreciar en cada toma la calidad del trabajo actoral y de dirección que logra transmitir emociones de manera tan o más eficiente incluso que el cine hablado. Si bien es cierto que la base de la narrativa de esta cinta proviene del cine silente de los años 20’s, me sorprendió gratamente el encontrar un lenguaje fresco y vigente.

    Esto se debe, en gran medida, al que considero que es el mayor logro de la cinta: Lejos de imitar, o incluso parodiar, las convenciones expresionistas y grandilocuentes del cine mudo, esta película retoma sus bases para sobre ellas construir algo enteramente nuevo. El artista no es una película de 2011 hecha “como si se hubiera filmado en 1927”, es una película de 2011 filmada como podrían filmarse las películas silentes en 2011.
    El personaje encarnado por Dujardin, George Valentin, es el arquetipo de la estrella de cine en Hollywood. Haciendo obvia referencia a figuras como Rodolfo Valentino y Clark Gable, George Valentin es un personaje humano, complejo y multidimensional, que en su resistencia a dejar atrás un idealismo obsoleto alcanza dimensiones quijotescas.

    El trabajo de musicalización es también excelente pues parte del mismo principio que la actuación y la puesta en escena. No busca imitar o copiar, sino tomar las mismas bases de la musicalización en vivo de los grandes cines del periodo interguerras y construir un nuevo lenguaje sobre ellas. Casi ninguna secuencia de la película se queda sin música, misma que funciona como una guía que nos lleva prácticamente de la mano a través de un sinfín de emociones.
    Así pues, esta obra retro, sencilla y directa, produjo en mí una impresión que había conocido antes con la cinta Originalmente pirata (Godry, 2008): El de una película hecha con amor por alguien a quien le apasiona el cine y que busca compartir esta pasión, a través de su trabajo, con el público.
    Finalmente, puedo decir que con esta cinta nos encontramos ante un clásico contemporáneo y que, probablemente, se sume a cintas como El padrino (Coppola, 1972) o Ciudadano Kane (Welles, 1941) como referente obligado en clases de cine y pláticas de cinéfilos alrededor del mundo.  

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